lunes, 24 de mayo de 2010

Diez mejores películas argentinas de todos los tiempos

Como saben quienes siguen este blog, aqui se suele postear algo para conmemorar un día determinado (el Año Nuevo, la Navidad, el día del Trabajo...) aunque sea como mala excusa para publicar algo y mantener medianamente renovada esta página.
Como sabrán también, esta semana es la semana del Bicentenario Argentino. Ergo: algo hay que publicar. Y como debo admitir que no se me ocurre ningún bonito video para subir aquí en relación a esta benemérita fecha, y como resulta que soy cinéfilo, y como resulta que a los cinéfilos nos encantan las listas, y como resulta que este es un blog que habla mayormente de cine, veo pertinente publicar las que, a entender de este humilde redactor suyo, resultan las diez mejores películas hechas en territorio patrio desde el inicio de su historia.
Observando esta lista veo que puede dividirse en tres grupos bien definidos. La 1, la 5, la 6, la 7 y la 10, podría ser la parte más quejosa de la lista, en vista y considerando que estos son algunos de los tantos films argentinos que no pueden ser vistos en copias medianamente decentes. El caso de la 5 es quizás aquella de la que mejor copia se consigue. Aunque sea una copia en video. La 7 está editada por una editorial venida de un partido de izquierda, en una copia no demasiado buena (se hace lo que se puede, más teniendo en cuenta los escasos recursos con el que debe contar esta organización). El caso de la 1, la 6, y la 10, son los más graves, no están editadas en DVD y los negativos originales se están pudriendo por ahí (la 1, por suerte, fue rescatada en algunos casos y exhibida en fílmico en su formato original -el scope-, Fernando Martin Peña, además tiene una copia que, de vez en cuando, exhibe en el Malba). O sea, aún con sus diferencias en cuanto a posibilidades de acceso a su visionado, todas estas representan el que puede ser el problema más grave del Instituto Nacional de Cine Argentino (INCAA): su prácticamente nula política de difusión y conservación de cine nacional. Más aún de aquel muy rico período de cine argentino clásico que abarcó los años treinta, los cuarenta y los cincuenta. Los negativos originales de esos films están desapareciendo y es el estado el que debería encargarse de conservar y promocionar estas películas como patrimonio cultural.
En contraste con estas películas de la lista están los casos de la 4 y la 2. Estas son los pocos ejemplares cinematográficos de más de dos décadas de antiguedad que hoy pueden verse en copias decentes. En el caso de la 4 se trata de una edición de AVH que si bien no exuda calidad, se trata de una copia decente de una obra maestra mayor argentina. El caso de la 2 es ideal. Rescatada y restaurada, entre otros, por el Museo del Malba, el film en cuestión está editado en un doble disco y con una calidad de imagen y sonido superlativa. Todo un trabajo que demandó cuatro años de elaboración y que lamentablemente fue hecha por un organismo privado (lamentablemente también, al ser este organismo privado el Malba, si se quiere comprar, la edición en cuestión cuesta más de 200 pesos).
El resto de las integrantes de la lista (la 3, la 8 y la 9) se tratan de films de los últimos tiempos, todos ellos estrenados en este siglo XXI, que marcan más que nada que el cine argentino actual está atravesando uno de sus mejores momentos (quizás el mejor) de toda su historia.
En fin, sin que sea pertinente un mayor preámbulo, aqui están, estás son, las diez mejores películas argentinas hechas hasta la fecha.
Léala señor lector y lectora y ¡Feliz Semana del Bicentenario para todos!.

1) La Quintrala, doña Catalina de los Ríos y Lisperguer.

1955/99´
Dirigida por Hugo del Carril.




Existen directores que tienen en su haber una obra maestra maldita. Existen otros, menos, que tienen dos obras maestras malditas en su haber. Pero no debe haber un caso como el del cineasta Hugo del Carril, que tiene dos obras maestras malditas hechas en el mismo año. En 1955 el militante peronista, actor, cantante, director, guionista y productor Hugo del Carril estrenó dos films. Uno es Más allá del olvido, un melodrama magistral cuyo argumento y tratamiento formal tiene, curiosamente, muchas conexiones con Vétigo de Alfred Hitchcock (otro film maldito realizado tres años después de Más allá...). El otro es La Quintrala.... Ambas películas tuvieron problemas mientras se rodaban por la mala relación que del Carril tenía con Raúl Apold, el nefasto secretario de Medios de Juan Domingo Perón. Ambas películas también tuvieron problemas al estrenarse y duraron muy poco tiempo en cartel. Como si esto fuese poco, los dos films tuvieron una pobre recepción crítica y de público y provocaron importantes pérdidas económicas.
Más allá... es extraordinaria, pero es La Quintrala..., la que se ubica, incluso, por sobre esta obra maestra antecesora de Vértigo. El film en cuestión podría definirse, a modo grosero, como la historia de amor frustrada entre la mujer más malvada del mundo y el hombre más bondadoso del mundo. Pero es mucho más que eso, es una de las reflexiones más lúcidas sobre la figura de la mujer fatal, sobre la naturaleza masoquista del cristianismo, sobre la rara fascinación de ver destrucción y sobre la moral cristiana. Todo filmado en una estética desmesurada y recargada en el que el daño al cuerpo se filma con horror y placer al mismo tiempo. Olvídense la Las aguas bajan turbias, el film más canónico de Del Carril, una película decididamente potente, magistral en algunos aspectos, pero que empalidece frente a la fuerza cinemática de doña Catalina de los Ríos y Lisperguer.

2) Invasión.

1969. Dirigida por Hugo Santiago Muchnik.



"Invasión es la leyenda de una ciudad, imaginaria o real sitiada por fuertes enemigos y defendida por unos pocos hombres, que acaso no son héroes. Luchan hasta el fin, sin sospechar que su batalla es infinita". Este resumen argumental brillante en su síntesis y en su calidad de prosa no es mío (ya quisiera) sino de Jorge Luis Borges, co-autor del guión original (junto a Hugo Santiago Muchnik) y del argumento (junto a Bioy Casares y Santiago Muchnik) de esta película, una gema rarísima y extraordinaria del cine argentino. Si bien esta película fue incomprendida en el momento de su estreno por la crítica nacional (la recibieron maravillosamente, sin embargo, en los festivales extranjeros de la época) fue luego revalorizada y ha tenido múltiples interpretaciones. Si bien la más común es la política (no pocos ven en el argumento de Invasión y su trama consistente en un conjunto de resistentes contra un enemigo imperialista extranjero características tristemente proféticas), Invasión pareciera ser, antes que nada, una oda borgeana a la figura del luchador que se sabe felizmente condenado a pelear por siempre. La película, además, toma el clásico tema de los códigos de batalla, del coraje y el honor del guerrero, para hacer un film rabiosamente moderno, monumental en su utilización de la música y el sonido (Santiago había sido anteriormente asistente de dirección de Bresson gran maestro del sonido en el cine) y demoledor en su melancolía.

3) La Ciénaga.

2001. Dirigida por Lucrecia Martel.



Si el corto Rey Muerto de Historias Breves había mostrado a esta directora salteña como una promesa, su ópera primma directamente confirmo que se estaba no sólo frente a una cineasta de talento, sino además frente a una de las grandes directoras de su generación. La Ciénaga fue muchas cosas para la historia del cine argentino. El punto de maduración más importante de lo que hoy todos conocemos como el nuevo cine argentino, la radiografía más despiadada de las tensiones de clase existentes en el interior argentino mostrado con una sutileza y una precisión asombrosas, un aprovechamiento de las regiones del interior argentino que no se veía desde Las aguas bajan turbias y la mejor obra maestra del terror (si hay que encajar a la fuerza en un género a esta película, ahí hay que meterla) que haya dado el cine nacional.

4) Tiempo de Revancha.

1982. Dirigida por Adolfo Aristarain.



Se me podrá reclamar que esta película es demasiado canónica. Pero lo cierto es que a este film de Aristarain no hay como obviarlo de una lista nacional. Con un ritmo perfecto Tiempo... cuenta muchas cosas: el mejor policial argentino jamás concebido, la mejor interpretación de Luppi y la película que, hasta el día de hoy, resulta la reflexión más lúcida en términos de ficción cinematográfica sobre la dictadura. Su plano final, ya de características legendarias resulta horroso y esperanzador al mismo tiempo. Un grito desesperado frente a las secuelas de una dictadura por un lad, y por el otro un gesto de resistencia en un contexto en que los gestos de resistencia escaseaban. De todas maneras, y más allá de su valor moral, hoy Tiempo... sigue siendo uno de los films narrativamente más perfectos de nuestro cine así como una cátedra magistral de clacisismo.

5) Soñar, soñar

1976. Dirigida por Leonardo Favio.



Es prácticamente imposible (de hecho, no conozco ningún caso) no incluir en una lista de mejores films argentinos alguna película de Favio. Normalmente, siempre aparece algún ejemplar de su trilogía en blanco y negro (Crónica de un niño solo, El romance del Aniceto y la Francisca... y El Dependiente) en alguna de las listas. No obstante, a entender de este humilde bloguero, es Soñar, Soñar el film que debería ostentar el título de su mejor film. Su obra más rara, maldita, osada y sentimental. Una película quizás dueña de demasiado corazón para ser estrenada en la época en la que se estrenó y que Favio inmediatamente después de Nazareno Cruz y el lobo, su mayor éxito de taquilla. El resultado no pudo ser más opuesto. Soñar, soñar fue un fracaso de crítica y de público y marcó fue el fin del Favio comercial y masivo.
Una lástima, porque Soñar, soñar cuenta con demasiados méritos: el bordear el desastre sin jamás tocarlo, el tener la mejor peor actuación de la historia (la de Carlos Monzón) y el de ser la expresión más acabada de porque un exceso de ternura y cariño nunca está exento de cierta dosis de locura. Esta película que narra las aventuras de un buscavidas (Gianfranco Pagliaro), hombre de espectáculo mediocre y chorro de poca monta que cuenta con un amigo (Monzón) al que usa, maltrata y finalmente quiere, se cuenta entre una de las rarezas más entrañables del arte argentino, hecha por uno de sus artistas mayores.


6) El retrato.

1947. Dirigida por Carlos Schlieper.




"Bueno, ni que Mirtha Legrand fuera Audrey Hepburn". Estas palabras pertenecen al Chavo Fucks para el programa Duro de Domar. Es una expresión decididamente ignorantes, dicha por una persona que, seguramente, posee tanto conocimiento del cine argentino clásico como el que yo poseo de fútbol. Pero lo cierto es que estas palabras son bastante representativas de una ignorancia general nacional que no sabe que, en sus épocas de actriz de cine, antes de convertirse en esa señora reaccionaria que almuerza, Legrand era una de las más grandes y más versátiles actrices argentinas. Es más, Legrand podría considerarse, fácilmente, como una de las intérpretes más importantes de la historia del cine nacional. Pasaporte a Río, La Patota, La vendedora de fantasía o Treinta segundos de amor son pruebas más que convincentes del talento histriónico de esta mujer. Pero fue en las comedias del gran Carlos Schlieper (acaso el primer único militante feminista de la historia del cine argentino) como Esposa último modelo o El Retrato, en donde esta mujer brilló como nunca. El caso de El Retrato, film en el que Mirtha Legrand hace de una mujer que recibe la ayuda del retrato de su abuela muerta para satisfacer a su esposo, es ejemplar. No sólo porque muestra a una comediante excepcional, sino también porque la muestra actuando en una de las reflexiones más interesantes que haya dado el cine argentino respecto de la pareja, el matrimonio y los estereotipos femeninos que los propios hombres contruyeron para su propio beneficio. Este film es prácticamente imposible de conseguir en la Argentina. De vez en cuando, el Canal Volver o la televisión pública puede llegar a darlo. Cuando lo haga, grábenlo como sea y en el formato que les parezca... ¡pero grábenlo!.

7) Los traidores.

1973. Dirigida por Raymundo Gleyzer.




Casualmente, tanto el Grupo Cine Liberación como el Grupo cine de la Base tienen en su película más representativa una obra que tensa de manera magistral la relación entre documental y ficción. Por un lado La Hora de los Hornos de Pino Solanas, ese film de propaganda potente como pocos, que utiliza material de archivo, voz en off y hasta representaciones ficcionales (algunas de ellas pasadas como piezas documentales) para elaborar un discurso combativo. Los Traidores de Raymundo Gleyzer (director del también excelente corto Me matan sino trabajo y si trabajo me matan, y que serìa desaparecido por la dictadura en los 70), en tanto, utiliza imágenes documentales y reproducción ficcional de imàgenes de archivo existentes (mucho antes de que lo hiciera De Palma con su Redacted) para narrarnos la historia del sindicalista Roberto Barreda (genial Vìctor Poncet), un hombre peronista que, como bien indica el tìtulo del film, termina traicionando su propia causa por poder y dinero. A diferencia de La hora..., Los traidores no se propone de buenas a primeras como un film de combate en el cual todo opositor a la causa se encuentra estereotipado como un mal a vencer. Antes, Gleyzer trata de comprender la lògica del traidor y hasta las muchas paradojas que tiene el partido peronista (Gleyzer, a diferencia de Solanas, no era un fanático de Perón) para poder mejorarlo y alcanzar así la tan ansiada revolución social. Hoy día, tal como se dijo anteriormente, existe una edición en la Argentina y hasta se puede ver por youtube. Si bien ninguna de los dos formatos pueden reemplazarse por el bonito fìlmico, la experiencia de ver este film sigue siendo enormemente satisfactoria y tan angustiante como euforizante.

8) Historias Extraordinarias.


2008. Dirigida por Mariano Llinás.




El film de Llinás puede definirse lisa y llanamente como UNA BESTIALIDAD (así, con mayúsculas). Más de cuatro horas de duración, filmados con una cámara digital en una cantidad impresionante de locaciones y hecho sin un sólo peso del INCAA, Historias extraordinarias puede definirse como la primer superproducción casera de la historia del cine. Pero Historias... antes que nada, se propone justamente como un film sobre la narración, sobre la posibilidad de tomar cualquier excusa para contar una historia, sin importar si es creíble, o especialmente profunda, o documental, o siquiera si está está terminada. De hecho, la multiplicación de narraciones de Historias... termina haciendo, más que un film rabiosamente narrativo, un film con un "clima narrativo", en el que los relatos que nacen de otros relatos, los que empiezan o las que aparecen abruptamente contados con todos los mecanismos narrativos posibles y saliendo de todos los rincones del planeta, generan un clima de euforia infinito. Historias Extraordinarias es una manera de volver al mundo un terreno para la aventura y la creación, una forma de hacerlo un lugar más feliz.

9) El Aura


Dirigida por Fabian Bielinsky.




La tragedia de Fabian Bielinsky es conocida por todos. Siendo el director industrial más promisorio de la Argentina, terminaría muriendo joven de un paro cardíaco en Brasil mientras filmaba una publicidad. Cuando falleció, este director dejó en su haber dos películas excelentes pero esencialmente antitéticas. De la acelerada y divertida Nueve Reinas pasó a la mucho más sombría El Aura. Si la primera fue una película masiva por excelencia, la segunda ya era un film de mucho más dificil acceso pero incluso mejor que su anterior película. El Aura si, comparte con Nueve Reinas a la figura del delincuente, y sobre todo, el tema de la seducción de la delincuencia, pero ahí donde Nueve Reinas es cómica (de una comedia angusiante a veces, pero comedia al fin), en El Aura esa seducción por la ilegalidad tiene connotaciones inquietantes y mucho más oscuras. También hubo un cambio enorme en cuanto la actuación de Darín, del chanta oscuro pero simpático, el actor pasó a ser acá un personaje de gestos parcos, malhumorados, toda una forma de interpretación que otros directores tomarìan con menor (XXY) y mejor suerte (Carancho) en años posteriores. Pero lo que El Aura es, sobre todo, la construcción de un noir argentino hipnótico como pocos, con ataques epilépticos filmados en clave lírica, robos apasionantes (uno mostrado abiertamente, otro prácticamente fuera de campo, otro imaginario) y uno de los finales más ambiguos de la historia de nuestro cine. Varias caracteristicas qe confirman que la pérdida tan temprana de Bielinsky fue uno de los hechos más lamentables de la industria cinematográfica nacional.

10) Isabelita.

1940. Dirigida por Manuel Romero.




En su vida Romero fue guionista, director, productor, escritor de tangos y hasta el creador del teato de revista. Como realizador, además, fue extraordinariamente prolífico llegando a realizar seis películas en un año. Una vida tan acelerada e hiperactiva como esta dieron como resultado películas igualmente veloces, muchas veces irregulares pero siempre, todas ellas, con puntos de interés. De vez en cuando, además, cuando todos los planetas estaban bien alineados, podía hacer obras maestras. Algunas de ellas tuvieron como protagonistas a uno de las comediantes más importantes de la historia de nuestro cine: Paulina Singerman. Con ella, por ejemplo, realizó esta gloria llamada Isabelita. Película que toma varias historias de amor como excusa para narrar, a ritmo de comedia acelerada como pocas (llegan a resolverse 3 (tres) conflictos diferentes en menos de un minuto), las diferentes tensiones de clase y de sexo que ocurren en la vida de una familia acaudalada y sus sirvientes. La mayor rareza de esta película, sin embargo, es que puede erigirse como el film más peronista hecho hasta Gatica, el mono, con la diferencia de que mientras Gatica... fue hecha en 1993, Isabelita fue hecha antes de que subiera el polémico General. Al igual que El Retrato, esta película es prácticamente imposible de conseguir, así que ni bien la vean programada por algún canal de cable, consigan algún VHS urgente.

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